Sibila

Sibila

Contexto histórico conocido

En la Grecia antigua, las sibilas eran profetisas. Hablaban en nombre de Dios, Apolo, entraban en trance y podían predecir el futuro. Sus mensajes se escribían en hexámetros. La primera sibila conocida cantaba desde una roca en Delfos once siglos antes de Cristo. Se han identificado varias sibilas: la de Cumas, la de Eritrea, la de Delfos, la de Tibur, etc. Predicaban en los templos de Apolo. Mitológicamente, eran hijas de Zeus y, en ocasiones, náyades, es decir, ninfas de los cuerpos de agua dulce. Las sibilas vivían en grutas cerca de ríos.

Cuando Constantino convirtió el Imperio al cristianismo, utilizó la figura de las sibilas como puente, argumentando que habían anunciado la venida de Jesús, el día del juicio final y el fin del mundo. Esta fue una estrategia política para facilitar la conversión de los paganos.

Durante los siguientes siglos, los textos de las sibilas fueron traducidos al latín e interpretados por varios santos y se crearon varias versiones musicales. Las primeras evidencias de la interpretación del Canto de la Sibila en Mallorca datan de 1363.

La figura de la sibila es tan importante que Miguel Ángel la pintó en la Capilla Sixtina (1508-1512).

Algunas décadas después (1563), el Concilio de Trento prohibió el Canto de la Sibila como parte de la liturgia. En Mallorca, la resolución solo se acató durante dos años.

Interpretación

¿Cómo se podía rendir culto a mujeres que hablaban en nombre de Dios, sabían leer y escribir, eran consultadas para resolver temas de Estado y sus profecías eran tan importantes que se conservaban por escrito durante siglos?

No se trata del culto a la diosa, sino de mujeres de carne y hueso que eran reconocidas por su capacidad de canalización. Con una gran influencia política. Una etimología sugiere que sibila significa «consejo divino», aunque no está completamente aceptada.

Estas mujeres no aparecieron en Grecia 11 siglos antes de Cristo ni desaparecieron cuando Constantino le quitó todo el poder a Delfos y trasladó «el centro del mundo» a Constantinopla. Estas mujeres siempre han existido y siguen aquí. A veces se les llama brujas, otras profetas y otras artistas.

¿Qué pasaba en Mallorca antes del genocidio de la conquista para que una figura femenina tuviera tanto poder que ni el Concilio de Trento pudo detener su culto o veneración?

En mi investigación sobre arte y magia, las sibilas me han susurrado un rumbo que transita entre lo natural y lo ancestral, a través del agua y de los árboles. Un camino que se dibuja en los mapas y que, partiendo de Mallorca, donde aún resuena su canto, me ha llevado cerca de Tívoli y su bosque. Parece apuntar hacia Creta y Turquía. Creta, posible origen del culto a Dionisio, y Turquía, Anatolia, por su relación con la Sibila de Eritrea, cuyas profecías son la fuente del Canto de la Sibila.

La Sibila, como figura mítica, es un punto de convergencia entre diversos elementos simbólicos y espirituales que entrelazan la sabiduría ancestral y la conexión con los flujos energéticos universales.

En mi interpretación, la Sibila actúa como un catalizador similar al chakra del corazón, que refleja el lugar donde convergen las energías para transformar, sanar y unificar. No es solo un símbolo estático, sino una figura viva de transformación: la intuición, el conocimiento ancestral y la conexión con la energía cósmica y terrenal se integran en ella y en nuestro corazón para transformar la realidad.

Sus técnicas y su lenguaje resuenan con el culto a Dionisio, el tantra y las tradiciones cherokee.

Las sibilas, como mujeres profetisas posiblemente herederas de un linaje, trabajaban en templos y entraban en trance y éxtasis para contactar con Apolo y el inframundo, lo que las conecta con las sacerdotisas dionisiacas y tántricas.

Mi investigación surge de la necesidad de conectar de manera profunda y simbólica con la sabiduría que atraviesa territorios, el tiempo y culturas.